miércoles, 7 de noviembre de 2012

Imposible e impostora

Título: Lo Imposible 
Director: Juan Antonio Bayona 
Intérpretes: Naomi Watts, Ewan McGregor, Tom Holland, Oaklee Pendergast, Samuel Joslin, Geraldine Chaplin, Marta Etura
País: España
Año: 2012. 
 Fecha de estreno: 11-10-2012 
Duración: 107 min. 
Género: Drama 

Una película la mar de tramposa, siendo precisamente la mar -en su acepción acuosa- lo más transparente de un filme que naufraga antes de llegar a la orilla. Ese podría ser el resumen de Lo Imposible. Un tsunami cinematográfico que arrasa en taquilla, pero que está condenado a caer más pronto que tarde en el olvido de quienes se han dejado embaucar por la ola artificial y sensiblera que propone Juan Antonio Bayona. 


Una familia disfruta de sus vacaciones en Tailandia cuando de pronto es golpeada por la terrible fuerza del maremoto que asoló el sudeste asiático en 2004. En medio de aquel caos, y mientras los cuerpos inertes se agolpan en las cunetas, por destino, por suerte o por acción divina, todos sus miembros consiguen sobrevivir al desastre. Personalmente nunca creí en los milagros, aunque respeto que el director sí lo haga, y hasta acepto que eso le sirva como pretexto para montar un espectáculo trilero de primer orden. Lo que no me parece de recibo es que nos quieran vender gato por liebre, y que el supuesto milagro se torne metamorfosis. Eso es algo que pasa ya de imposible a impresentable. 

“Un hecho real” es el lema con el que se alza el telón. Pues bien, lo verdaderamente auténtico fue el drama de aquella familia española que vivió la tragedia en primera persona, y no lo que aquí se nos muestra. Una madre, un padre y tres niños, todos rubísimos y monísimos, con una economía bien saneada, y norteamericanos para más señas. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Ese detalle podría ser baladí, si no fuera porque a todas luces esconde fines comerciales. Había que rentabilizar una inversión millonaria, y se pensó que la lozanía de Noemi Watts, alias María para más inri, o el esforzado gesto de Ewan MacGregor aportarían cache y un buen número de espectadores a las salas de cine. No se equivocaron. 


En su descargo, conviene decir que ambos actores, y en especial el elenco infantil, elevan con creces el nivel de la cinta. No obstante, y si tanto nos llenamos la boca hablando de las excelencias del cine patrio, debemos reflexionar sobre el porqué Bayona no contó con actores españoles para el rodaje. Ante este planteamiento, asoman de nuevo las imposiciones de la industria. Aunque creo que hubiera merecido la pena arriesgarse por esta vez, y desafiar a quienes manejan los hilos, porque ya va siendo hora de aportar aire fresco al Hollywood de los Bardem, Cruz y Banderas. Y en ese sentido, una película como Lo Imposible, que está en las carteleras de medio planeta, hubiese sido, sin lugar a dudas, el escaparate perfecto para dar la alternativa a los muchos talentos españoles que han tenido que cambiar la cola de los cástings por la del paro. 

Realización de trazo grueso
La película está concebida para entrar por los ojos, y ya una vez ahí, regodearse en exprimir hasta la última lágrima. Esto lo logra a través de un despliegue de recursos cinematográficos servidos a granel y sin la más mínima mesura. Realización de trazo grueso que va desde el abuso de los primeros planos de rostros al límite, a secuencias en ralentí excesivamente largas, pasando por travellings enfáticos carentes de sutileza. Aunque el paroxismo alcanza su cénit con el subrayado dramático que aportan unos violines que por repetitivos acaban por volverse insoportables. 

¿Hacía falta tanta pompa para conmover al respetable? Evidentemente no, ya que el cine debe servir para emocionar a través de las historias bien narradas. Esas que huyen del sensacionalismo efectista para entrar de lleno en el terreno de la sensibilidad con mayúsculas. Clint Eastwood lo demostró con su Más allá de la vida, otra de tsunamis que realmente calaba hasta los huesos gracias a un guion trabajado y unos personajes con los que empatizar era una delicia. Lamentablemente Lo imposible no alcanza ni de lejos ese nivel, ahogándose en su propio mar de imposturas y fuegos de artificio.